Manuel Galve. |
En el paraje Los Barrancos de Alloza se combina el paseo reconfortante con la apreciación de doce esculturas; un conjunto ideado por Jaime Lorenz que engalana la oferta cultural del pueblo.
Nota de Pablo Ferrer y Laura Uranga
El Heraldo (13/10/2017)
Alloza es un pueblo muy movido, inquieto en lo cultural, presidido por un sentido del humor a medias entre el aire británico y el carisma jotero. Sus alegres caravanas de carrozas, además de atender a tradiciones, eran muchas veces el espejo bufo de preocupaciones cotidianas o anécdotas, desde pedir una piscina para el pueblo ‘fabricándola’ en un inmenso depósito de uva a bromear con la venta de una ermita, la de San Blas; al año siguiente de la venta se exhibió al santo con las maletas, buscando piso. Un año después de un gran premio de lotería en el pueblo, pusieron a un chaval rellenito tumbado en el suelo de la carroza, con el letrero ‘Ha caído el gordo’. Con ese salero, no es de extrañar que haya prosperado una iniciativa como la del Bosque Escultórico Los Barrancos.
Un rebaño de ovejas saluda la llegada del otoño mientras ocupa la elegante trocha que alberga el Bosque, a las afueras de Alloza. El pastor saluda sonriente a Manuel Galve; Manuel, que trabajó muchos años en la térmica de Andorra, está al frente de la junta directiva de este proyecto que une arte y naturaleza. Nacido en Alloza, Manuel exuda amor por su pueblo, materializado en mil y una anécdotas, detalles, curiosidades y reflexiones. Se trata de un auténtico humanista, que ha encontrado en las esculturas que jalonan el mentado Bosque una vocación múltiple de cuidador, guardián, promotor y publicista.
Nota de Pablo Ferrer y Laura Uranga
El Heraldo (13/10/2017)
Alloza es un pueblo muy movido, inquieto en lo cultural, presidido por un sentido del humor a medias entre el aire británico y el carisma jotero. Sus alegres caravanas de carrozas, además de atender a tradiciones, eran muchas veces el espejo bufo de preocupaciones cotidianas o anécdotas, desde pedir una piscina para el pueblo ‘fabricándola’ en un inmenso depósito de uva a bromear con la venta de una ermita, la de San Blas; al año siguiente de la venta se exhibió al santo con las maletas, buscando piso. Un año después de un gran premio de lotería en el pueblo, pusieron a un chaval rellenito tumbado en el suelo de la carroza, con el letrero ‘Ha caído el gordo’. Con ese salero, no es de extrañar que haya prosperado una iniciativa como la del Bosque Escultórico Los Barrancos.
Un rebaño de ovejas saluda la llegada del otoño mientras ocupa la elegante trocha que alberga el Bosque, a las afueras de Alloza. El pastor saluda sonriente a Manuel Galve; Manuel, que trabajó muchos años en la térmica de Andorra, está al frente de la junta directiva de este proyecto que une arte y naturaleza. Nacido en Alloza, Manuel exuda amor por su pueblo, materializado en mil y una anécdotas, detalles, curiosidades y reflexiones. Se trata de un auténtico humanista, que ha encontrado en las esculturas que jalonan el mentado Bosque una vocación múltiple de cuidador, guardián, promotor y publicista.
"El Bosque Escultórico Los Barrancos −señala Manuel− se inauguró en 2008, gracias al empuje de Jaime Lorenz, que aunque reside en Barcelona no se ha desconectado nunca de Alloza. Además de tener la idea y desarrollarla, Jaime se ha involucrado también en los detalles. Suyo es el hipocampo que sirve de símbolo a la iniciativa, y que recuerda que este paraje fue mar. En la entrada también vació un bloque de alabastro para poner iluminación interior, y dos herreros del pueblo hicieron las letras: Daniel Ferrer y su hijo Esteban".
Doce paradas técnicas
El Bosque tiene actualmente doce obras. Los paneles explicativos las identifican y definen. En el paseo se alterna una línea pavimentada y la tierra, para facilitar el tránsito a sillas de ruedas, carritos de bebé y personas mayores que se sientan mas seguras pisando en el firme. "La inauguración −recuerda Manuel− coincidió con la Expo, y eso hizo que se pudiera restaurar también el acueducto romano del Gallipuente. Además, la Fundación Endesa puso el alumbrado; como había que hacer zanja diseñaron la acera lateral encima".
Las obras se han ido inaugurando poco a poco, y el emplazamiento de cada una viene determinado por el patrocinio de una empresa o particular, con cifras que van desde los 600 a los 3.000 euros. Los artistas no cobran por la ejecución: el dinero se utiliza para sufragar los materiales, que tienen un valor considerable, y la propia instalación.
Entre los talentos reclutados por el Bosque Escultórico destaca, por ejemplo, el argentino Claudio Capello, autor de obras como ‘Coru-Hué’ o ‘La dama acostada’, y al que Jaime Lorenz conoció en Barcelona. Claudio estaba becado por el Gobierno argentino para ampliar estudios en la Ciudad Condal, y cuando Jaime le contó la idea y le invitó al pueblo, aceptó encantado. De hecho, donó al Parque varias obras más: tiene tres expuestas.
Cappello, empero, no es el artista más representado en este bello rincón de Alloza. Simón Domingo tiene cuatro obras de cara al público visitante; el escultor de la cercana Muniesa está casado con una allocina. En su trabajo hay sitio para lo figurativo y la abstracción. Suya es la última inquilina escultórica del Bosque, llamada ‘Nuestros sueños’; todavía no hace un mes de su colocación. Es una gran escultura, de unos tres metros de alta, fabricada en madera y acero.
Las obras se han ido inaugurando poco a poco, y el emplazamiento de cada una viene determinado por el patrocinio de una empresa o particular, con cifras que van desde los 600 a los 3.000 euros. Los artistas no cobran por la ejecución: el dinero se utiliza para sufragar los materiales, que tienen un valor considerable, y la propia instalación.
Entre los talentos reclutados por el Bosque Escultórico destaca, por ejemplo, el argentino Claudio Capello, autor de obras como ‘Coru-Hué’ o ‘La dama acostada’, y al que Jaime Lorenz conoció en Barcelona. Claudio estaba becado por el Gobierno argentino para ampliar estudios en la Ciudad Condal, y cuando Jaime le contó la idea y le invitó al pueblo, aceptó encantado. De hecho, donó al Parque varias obras más: tiene tres expuestas.
Cappello, empero, no es el artista más representado en este bello rincón de Alloza. Simón Domingo tiene cuatro obras de cara al público visitante; el escultor de la cercana Muniesa está casado con una allocina. En su trabajo hay sitio para lo figurativo y la abstracción. Suya es la última inquilina escultórica del Bosque, llamada ‘Nuestros sueños’; todavía no hace un mes de su colocación. Es una gran escultura, de unos tres metros de alta, fabricada en madera y acero.
Una rosa es una rosa
‘Las rosas de San Blas’ son quizá la obra más popular del Parque. Surgieron de una reflexión de Jaime Lorenz, que buscaba una idea gráfica para homenajear al patrón y a las mujeres del pueblo. Lorenz se lo encargó a su amigo José Amador, y el resultado es realmente vistoso. Demasiado, quizá: su belleza despierta la codicia de ‘podadores’ voraces, movidos en su barbarie por una cuestión más estética que pecuniaria. "Llegan con la sierra y se las llevan −se lamenta Manuel− y nos hemos visto obligados a reponerlas varias veces. José esta un poco harto del tema, porque requieren un trabajo minucioso. El respeto a las obras es fundamental siempre, debemos crear conciencia al respecto".
Joaquín Macipe, el gran talento de Ariño, y Juan María Medina son otros protagonistas artísticos del paseo por Los Barrancos. Entre los paseantes, locales o foráneos, hay sin duda un futuro artista que donará su arte a esta causa. Tiempo al tiempo.
Joaquín Macipe, el gran talento de Ariño, y Juan María Medina son otros protagonistas artísticos del paseo por Los Barrancos. Entre los paseantes, locales o foráneos, hay sin duda un futuro artista que donará su arte a esta causa. Tiempo al tiempo.
Bodas de oro de las carrozas de Alloza, con las Majas del 67 y Miguel Villanova como pionero
El pasado 13 de septiembre, coincidiendo con el día grande de las fiestas de la Exaltación de la Santa Cruz, las populares carrozas de Alloza cumplieron medio siglo. Para celebrarlo, las majas del año 67 volvieron a desfilar abriendo la caravana. También se homenajeó ese día a Miguel Villanova, auténtico agitador cultural del pueblo, memoria viva de sus tradiciones y festividades. Miguel fue minero durante tres décadas, corredor de maratón en los juegos laborales nacionales y presidente del club de fútbol local, entre otras muchas cosas, pero está orgulloso de haber sido cofundador de la Peña La Plaga, iniciadora de la tradición de las carrozas. "Habían cerrado el cine, no había orquestas… nos aburríamos. Una cuadrilla de jóvenes pedimos al alcalde ser parte de la comisión del fiestas, y nos aceptó. El primer año hubo solo dos carrozas, una para la reina y sus damas y otra para los ‘guripas’. El segundo año cinco, luego nueve, catorce, veintidós... en total han sido 869, muchas con historias religiosas, pero otras cn personajes famosos, bromas... también hay belén viviente y cabalgata de reyes".
Los cipreses del Monte del Calvario y las capillas cuidadas por las familias del pueblo
En un lugar privilegiado para disfrutar de las vistas de Alloza se encuentra el monte del Calvario, lugar querido y venerado por los habitantes del pueblo, y referencia insoslayable para el visitante deseoso de empaparse de la parte más pía de la historia local. Coronado por un templo renacentista, con techumbres de reminiscencias góticas, el conjunto está compuesto por quince capillas, entre las que destaca al fondo la ermita del Santo Sepulcro. Una corta y empinada subida desde el inicio del Bosque Escultórico da paso a una pequeña avenida flanqueada por cipreses, con las estaciones del viacrucis. Cada una de las capillas que marcan los pasos está al cuidado de una familia del pueblo, que se encarga de tenerla en condiciones y arreglar cualquier desperfecto puntual, además de velar por los cipreses contiguos tarea en la que se implicó tradicionalmente la Asociación Los Hachas. Entre los árboles destaca poderosamente el llamado ciprés Madre, un imponente ejemplar de amplia circunferencia y quince metros de altura. La leyenda dice que tras sus ramas se podía esconder un contingente entero de soldados. Frente a él hay una hermosa fuente de cinco caños.
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Fuente I El Heraldo
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