ANÉMONA Y CORALES
Autor: Raúl Escuín Blasco (El noveno corral) Alloza, Teruel.
Fecha de inauguración: 9 de agosto de 2025.
Dimensiones: 100 X 173 cms.
Material: Arcilla, paja, arena y cal.
Patrocinador: Ecoclay (Arcillas de Crivillén).
Fecha de inauguración: 9 de agosto de 2025.
Dimensiones: 100 X 173 cms.
Material: Arcilla, paja, arena y cal.
Patrocinador: Ecoclay (Arcillas de Crivillén).
La inauguración de una nueva obra del artista local Raúl Escuín el sábado 9 de agosto, sirvió de homenaje al fundador del parque Jaime Lorenz Baeta. Cuando Raúl estaba pensando qué obra realizar se produjo el fallecimiento de Jaime y lo que quedó claro fue que la obra tenía que ser un homenaje a él.
Raúl es un artista polifacético centrado en el mundo del barro y de la cerámica que desarrolla su labor en su taller El noveno corral y ha sido precisamente la arcilla el material principal utilizado para realizar la obra Anémonas y corales.
Al acto acudieron familiares de Jaime, amigos, varios de los artistas que tienen esculturas en el parque y numerosos vecinos. Tras el descubrimiento de la obra por parte de la alcaldesa, Marta Sancho, el autor explicó que Anémonas y corales son formas burbujeantes con una serie de caras que parecen estar absorbidas por la masa que descansa en la rocalla. La obra, realizada en su totalidad con elementos naturales, busca el mimetismo y la integración en el medio con el paso del tiempo para ir adquiriendo una presencia singularmente viva.
Anémonas y corales es la obra número diecinueve del parque y ha sido patrocinada por Ecoclay (arcillas de Crivillén).
Palabras en memoria de mi primo Jaime Lorenz Baeta
(Alloza, 9 de agosto de 2025)
Queridos vecinos, familia y amigos:
Hoy estamos aquí para recordar y rendir homenaje a Jaime Lorenz Baeta, mi primo, pero también un artista, un soñador, un hombre bueno.
Jaime nació en Alloza en 1957, como tantos de su generación, en una familia humilde, con raíces fuertes y sueños grandes. Su padre, mi tío Jaime, era relojero en el pueblo. Cuando las cosas se pusieron difíciles, como muchas familias del Bajo Aragón, decidieron emigrar en busca de un futuro mejor. Se fueron a Barcelona, a la ciudad grande, pero nunca se fueron del todo de Alloza.
Yo nací ya en Barcelona, hijo también de la inmigración, y crecí con él entre recuerdos del pueblo, meriendas compartidas, tardes de domingo visitando a la familia. Recuerdo aquellas visitas a la vivienda que le cedieron a su padre como portero en una urbanización de lujo en la plaza Bonanova. Allí, nuestros padres hablaban sin parar de Alloza, de su gente, de nuestras raíces. En esos encuentros aprendimos lo que significaba pertenecer a un lugar, incluso estando lejos.
Los del pueblo nos ponían motes, como es costumbre. Su familia, los Pajaritos. La mía, los Herreros. Jaime, como un verdadero "pajarito", siempre tuvo alma de volar, de crear, de imaginar.
Estudió Bellas Artes en la Escuela Massana de Barcelona. Y aunque la vida lo llevó primero al mundo de las finanzas —compartimos trabajo en Fidecaya y luego en un banco en la provincia de Alicante— su verdadera vocación siempre fue el arte. El arte como expresión, como refugio, como forma de hablarle al mundo.
Cuando la enfermedad lo obligó a dejar el trabajo, no se vino abajo. Al contrario, se volcó de lleno en su pasión. Y de ahí nació uno de sus mayores legados: el parque escultórico de Los Barrancos, aquí en Alloza. Un espacio vivo, abierto, generoso, donde el arte se mezcla con el paisaje y se convierte en parte del alma del pueblo. Un lugar donde Jaime dejó una huella eterna.
Hoy que ya no está entre nosotros, su ausencia pesa, pero su recuerdo brilla. Nos queda su obra, su generosidad, su empeño por unir lo cotidiano con lo artístico, su amor por esta tierra que nunca abandonó del todo. Alloza fue siempre su norte, su raíz, su horizonte.
Yo tuve la suerte de compartir vida con él: de pequeño, de joven, como compañero de trabajo, como padre de familia, como amigo. Y sé que, si algo lo define, es que Jaime nunca dejó de crear. Incluso en los momentos difíciles, transformó el dolor en belleza, la lucha en poesía, la memoria en escultura.
Hoy, desde el fondo del corazón, quiero decirte, primo: gracias. Por lo vivido, por lo compartido, por lo que nos dejaste.
Y a ti, Alloza, gracias por abrazarlo siempre como uno de los tuyos.
Descansa en paz, Jaime. Tus alas de "pajarito" siguen volando entre estas tierras.
Montaje
Prensa
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